jueves, abril 24, 2008

Facebook

A mi el Facebook me parece una maravilla para colgar mis fotos y luego publicarlas por acá, pensé que podría ser otro Shutterfly (que nunca supe utilizarlo), o un lugar donde podrías guardar tus fotos. Pero lo que no pude predecir es que se iba a popularizar tanto y que tendría la oportunidad de poder estar en contacto diariamente con la gente que deje atrás en otras épocas de mi vida o en otros países. Esto es bueno y malo. Bueno porque te actualizas en lo que hacen esos antiguos amigos en el 2008, malo porque hay pasados que no hay que revolver, ni estar al tanto, sino es mejor dejarlos tranquilitos como estaban. La privacidad es limitada al estar en Facebook. Esta semana Claudio Nazoa publico un articulo que me gusto mucho y creo que merece la pena la reproducción.

CLAUDIO NAZOA

¡Auxilio! ¡No aguanto más! Por culpa del Facebook sufro de paranoia persecutoria y de múltiples personalidades. Me he vuelto esquizofrénico, hipocondríaco y celópata, he comenzando a odiar a mis amigos de siempre ya que han llenado mi correo electrónico con mensajitos de Facebook donde piden que los acepte como amigos, a pesar de que ellos y yo sabemos que somos amigos. Además, aceptarlos ¿para qué? Es como si alguien le dijera a su esposo o esposa, después de años de casados, "¿me aceptas?". Bueno, allí se justificaría porque son raros los esposos que se aceptan, pero ¿un amigo? Un amigo aceptado es algo horrible. Pierde la gracia.

Odio también a los amigos desconocidos que hacen lo mismo que los conocidos y a los amigos de mis amigos, conocidos y desconocidos, a quienes tampoco conozco y que no me interesa conocer, pero que no sé por qué extraña razón quieren ser mis amigos. Qué cosa tan espantosa está pasando con el bendito Facebook. ¡Qué angustia! Antiguas mujeres que alguna vez amé y luego me hicieron la vida imposible ¡aparecieron de nuevo! Su sitio de reunión es mi cuenta de Facebook, y lo peor es que, a pesar de que tuve el cuidado de que no se conocieran, ahora son compinches y comentan nuestras intimidades. Por ejemplo, ya todo el mundo sabe que lo que debería tener chiquito lo tengo grande y lo que debería tener grande lo tengo chiquito. A todas estas, los antiguos amigos y los amigos de mis amigos que por obligación ahora he tenido que aceptar pueden leer a diario esos comentarios.

¿Quién sería el demente que inventó esta locura que lo persigue a uno sin piedad? Esto del Facebook se me parece al aburrido juego de "el trencito" que hacen en las fiestas, cuando, al ritmo de una canción, algún feo o fea con el que nadie quiere bailar, agarra obligado y por la cintura al que tiene al frente y éste, a su vez, agarra a otro, y le echan a perder el baile a todo el mundo que esté cerca. Ayer recibí un nuevo mensaje de Facebook. Era una ex novia a la que, como pasa en las películas, un día encontré en mi cama con mi mejor amigo. Jamás olvidaré aquel: –No es lo que parece, cariño. Después te explico...

Gracias al Facebook, mi ex mujer y mi ex mejor amigo se reencontraron, se mandaron fotos actualizadas y ahora me piden que los acepte. Me puse entre triste y bravo, no por su reencuentro sino porque me enteré de que ninguno de los dos había muerto.

Estoy traumatizado. Esto es peor que una canción de Ricardo Arjona. Le tengo miedo a la computadora aunque esté apagada. En su pantalla, veo miles de amigos asomando sus cabecitas y sus manos, tratando de tocarme, rogándome que los acepte. Lo bueno de los amigos de verdad es que molesten lo menos posible, que casi nunca aparezcan y si aparecen que sea sólo para tomar whisky.

Qué sabroso es encontrarnos por casualidad con un amigo al que no veíamos hace tiempo y del que ni siquiera recordábamos su nombre. A raíz del Facebook, esa sensación se acaba, porque segurito va a salir un amigo del amigo perdido que, por ser amigo de éste, tiene mi dirección y ¡cataplum! aparece en la computadora con fotos recientes y de cuando estaba chiquito. ¿Por qué carrizo tengo que ver chiquito a ese señor? Si alguien adora a sus amigos soy yo y ellos lo saben. Sólo la muerte logrará separarnos, por supuesto... la de ellos. No hay otro remedio, la pronta muerte de todos mis amigos y la de ls amigos de mis amigos es la unica manera logica que veo para salirme de la pesadilla que significa en la actualidad el Facebook.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, supongo que tu nombre es Denise Rebeca, y si no lo es pues la verdad lo de los nombres es tan efímero como lo de la edad, así que no me importa...

El cuento es que yo estaba un día cualquiera (hablando en términos de esa misma rutina cotidiana y monótona que nos absorbe cuando descuidamos el vivir...) buscando imágenes icónicas en la red acerca del estado Mérida. Sabes cosas de trabajo... Frailejones, el pico tan hermoso y solemne, o esas muy pintorescas del casco central que de alguna manera nos hacen entender sin saber como la belleza que alguna vez inundó las mentes de los creadores de esas fachadas ya olvidadas... Y entonces ocurrió que así no mas me encontré con el perfil de una mujer. Me arrebató del tiempo tanta fuerza, belleza y sensualidad entremezcladas en una misma imagen. El contraste entre luz y sombra que marcaba de forma sublime toda la energía contenida en esa mujer, en su rostro, en esa mirada, en el cabello cayendo delicadamente sobre su cara. En sus labios... Y entonces comencé a detallar la intimidad de una habitación al fondo, oscura pero cálida. Con ese tipo de calor de hogar que por consecuente se torna normal, inadvertido. Y entendí que la luz que bañaba el rostro de esa mujer tal vez entraba por una ventana, y a través de ella, tal vez, se perdía su mirada...

Luego de esto ya estaba perdido; ya el tiempo y el espacio habían desaparecido, y solo pude procurar buscar más de esa mirada, más de esa fuerza contundente. Y entonces entré en un blog: la vie à Merida et un peu plus. Y comencé a leer detalles de su vida cotidiana, comentarios que entre lineas dejaban salir sentires abarrotados. Y bueno... me encontré con otra foto, y ya en ese momento no pude hacer más nada. Ahora la fuerza de esa mirada estaba dirigida justo a mis ojos. Y pude ver su pelo, hermoso, suave a la vista, ondulado sobre sus hombros, y esos labios de nuevo; pero sus ojos, pero su pelo, pero sus labios. Si no fuesen ahora las 10 de la mañana y si no procurase yo en este momento ser un pretendiente del sentido de la responsabilidad, me abriría una botella de vino tan solo para observarte, olvidándome de todo lo demás... Para seguir perdido en esa mirada, una mirada que busca dentro uno sus propias respuestas a preguntas eternas, y entonces uno se queda sin palabras, porque no hay palabras que puedan ser pronunciadas cuando la mente ha sido substraída del momento. Sus inquietudes y cuestiones, su fuerza e intensidad, el marrón de esos ojos que le dan un aire de antiguo, de sabio, junto con un brillo que solo se genera cuando la juventud es fresca e impetuosa, y de nuevo sus labios, y siempre esa mirada...

Solo eso, supuesta Denise, solo eso...

Solo querer entregarte un poco de lo que das. Solo devolverte un poquito de la hermosura que vas por ahí regalando, en muchos momentos sin siquiera pretenderlo, porque la hermosura es inherente a vos. Solo eso. Creo que en la vida uno debe ser justo: se debe dar sin esperar recibir, y se debe saber agradecer, y por eso te escribo, bajo esa misma convicción, sin esperar nada, solo por el gusto que me da poder apreciar la belleza del mundo que me rodea, y poder expresar lo que quiero cuando quiero...

Gracias, merci mon ange...