domingo, noviembre 09, 2008

Viaje a Bogotá

Me fui a Caracas anoche y estoy llegando a Bogotá, como ya es tarde, y el internet sale gratis, voy a describir como viví una experiencia extraña ésta mañana en Caracas. La insólita experiencia de conocer una buena obra de gobierno se produjo cuando fui a la nueva sede del mercado municipal de Chacao. Manolito me llevó.

Fue lo único que me dio chance de hacer turisticamente. Pero primero quise pasar por la antigua sede, adonde fui varias veces. El mercado viejo tenía un encanto cuando iba, por el ambiente y todo lo que conseguía ahí, pero en realidad, no es más que un galpón caluroso, sucio y deprimente que se construyó como solución improvisada. Dentro de él siguen trabajando los pocos comerciantes que no quisieron mudarse al nuevo, con distintos argumentos (el más reciente, bastante absurdo, es el de la defensa de una tal "tradición oral") y que, hay que decir, son chavistas.Chavistas en este caso preocupados por el valor patrimonial que el IPC le da a ese galpón; chavistas que han respaldado a las mismas autoridades que permitieron la devastación de Sabana Grande y del Centro Simón Bolívar, entre muchas otras cosas, y que no han reconstruido Vargas a casi 10 años del deslave. Esos comerciantes siguen en el mercado viejo y vacío, aunque tienen puestos esperando por ellos en el nuevo. Y el nuevo es verdaderamente distinto: es fresco y amplísimo, de concreto y ladrillo, con mosaicos y luz por todas partes, con locales en los que uno podrá comer platos hechos con ingredientes que se venden cuatro pisos más abajo y mirando El Ávila.

Un mercado donde debe provocar trabajar y donde sin duda provoca comprar, donde las mercancías se ven mucho mejor y resisten mejor nuestro clima, y que cuenta con una terraza para que uno mire el cielo y respire. El nuevo mercado de Chacao expone muchas cosas, aparte del relámpago de limpieza y modernidad que tanto contrasta con lo que pretenden defender los chavistas que se aferran al viejo. Significa que un equipo municipal electo dos veces invirtió el dinero público en una obra pública,donde la gente trabajará, producirá y se encontrará con sus clientes y vecinos. Implica la revalorización de las cuadras adyacentes, una zona en la que muchos empresarios inteligentes querrán invertir en cafés, librerías o restaurantes. Y sobre todo, la materialización de que no todo está perdido, de que todavía hay quien construya beneficio colectivo. Es una obra tan buena como el Hospital Cardiológico Infantil y el tren del Tuy, a cuyos responsables hay que agradecer también. Y ojalá haya más mercados como éste, fuera del oriente rico de Caracas. Ése es el país que quisiera ver crecer.

No hay comentarios.: