miércoles, febrero 06, 2008

Ferias del Sol

Quiero dejar claro que yo no me caigo a cobas, y que reconozco con mucha honra que en los últimos años no he sabido/podido disfrutar de las Ferias del Sol (Internacionales, cabe mas que decir). No me hacen nada de ilusión, y menos me quita el sueño en pensar en tantas boberas. Se vuelven insoportable las colas, los turistas, la gente, las vendimias, las exposiciones, el calor. Los emeritenses no podemos salir de sus casas por tanto horror. Excepto si te vas a pasear a las aldeas y pueblitos próximos donde se hace mas soportable estas fechas por la región.

No son unos carnavales como los de Rio, donde es un rollo mas musical (de tambores, de samba, de batucadas) y un rollo mas cultural. No es asi, en los carnavales de Merida. Se enfocan puro y duramente en las corridas, y no soy partidaria que en un albero se disfrute de la sangría gratuita por el sufrimiento de un toro. Ademas que los turistas que usualmente vienen para Mérida es gente que no les enseñaron a botar los papeles ni las botellas en una papelera y es Mérida, como ciudad que es quien termina siendo el basurero y quien termina pagando las consecuencias.

Y lo que mas odio, es lo acelerada que se pone la gente. Es como si hubiese multiplicado a mi mama por toda la gente que viene. Son como 200 mil personas a lo mama. Y detesto ver tanta aceleracion en la gente. Considero que hay que disfrutar mas despacio de las cosas, que hay que cocinar más y pasar más tiempo con los pies bajo la mesa, que hay que hacer el amor más despacio, que hay que usar menos el carro, que hay que conversar más con los otros y mirar más alrededor. No se trata de ser menos productivo, sino de estar más despierto, más relajado y más sano, con lo cual la productividad mejorará inexorablemente.

Más allá de eso, encontrar un tiempo justo para cada cosa es un camino a considerar para que la vida no nos pase de largo, para que la economía trabaje para nosotros y no al revés, y que seamos nosotros los que administremos el tiempo como un bien, como un recurso, no que lo veamos como un amo implacable. Uno se da cuenta de no puede perder el tiempo corriendo, y de que se pierde el presente por estar demasiado pendiente del futuro. Hay muchos modos de salvarse, si uno quiere. De encontrar el tiempo justo.