jueves, diciembre 31, 2009

frecuencia alterada

Más allá de sus colas, sus ruidos y sus agobios, que también los tiene, el cambio de año suele colocarnos en una frecuencia distinta. Es una especie de conspiración benévola. Para muchos, baja la presión del trabajo o el estudio, se suspende la rutina y hasta hay algún dinerito de más. A unos cuantos los moviliza la música que suena por todas partes, hasta en los pasillos burocráticos; a otros, nos anima la luz prodigiosa, el cielo despejado en el que de noche hasta se ven las estrellas.

Nos sentimos distintos, pensamos distinto. El encontrarnos con los amigos, la familia y los exiliados que vienen de visita nos suelta la lengua y cuando le cuento lo que ha sido de mi termino descubriendo en mi pasado reciente coincidencias que habían pasado desapercibidas.

Uno construye con los demás un relato del año, un capítulo nuevo de la autobiografía que mal que bien vamos redactando para consumo propio y de los interesados.

Ahí es que formulamos las famosas promesas, el dejar de fumar, la dieta y el ejercicio y lo que tendremos que hacer y el dinero que esperamos ganar, todas esas cosas que vemos enormemente factibles la noche del treinta y uno pero que empiezan a mostrarse menos factibles en la mañana del siete de enero. Pero también podemos llegar a decisiones más drásticas: sobre la pareja o la ausencia de ella, sobre la carrera, la casa, la ciudad en que se vive o se malvive, el país.

Leyendo los libros atrasados, viajando si se puede o redescubriendo la habitación propia, en estos días, siento como que abro más los ojos. Veo menos las tragedias de alrededor, o por lo menos intento hacerlo, y me veo un poco más a mi mismo.

A mí me intriga mucho esa frecuencia extraña en que nos meten diciembre y enero, el modo en que uno se siente el primer día del nuevo año, la mezcla tan curiosa que, si se está atento, aparece en el paisaje interior: algo de melancolía, algo de optimismo, conciencia de la pérdida, conciencia de lo que se puede tener que antes no se ha tenido. En estos meses, la suspensión parcial o total de las rutinas permite que esa luz fantástica que baja del cielo despejado nos fracture la cáscara que nos oculta de nosotros mismos. Lo cual puede ser agradable o no. Pero es, sin duda, una oportunidad de conocimiento y de crecimiento si se la sabe aprovechar.

Me pregunto si esa persona que uno descubre en sí mismo durante esta época es una ilusión, una personalidad alterada por las circunstancias, o por el contrario el ser más verdadero, el auténtico.

Me pregunto si uno es más la persona más lenta, reflexiva y eventualmente alegre de diciembre y enero, que la agobiada, acalorada y furibunda de mayo o septiembre. Me pregunto por qué es tan difícil sostener esa atención y esa mirada hacia dentro que podemos obtener a fin de año. Y qué pasaría si lo lográramos, si lográramos ser todo el año tan audaces para querer cambiar y ser mejores, tan dados a llamar a la gente que se quiere, y también tan despilfarradores y un poco más irresponsables. Tal vez no trabajaríamos nunca, es verdad. Pero tal vez seríamos, por otro lado, distintos, distintos para bien.

No sé, son cosas para los que no tengo respuestas sino preguntas. Será la influencia de estos días, y la sospecha que traen, de que lo que vemos es en realidad algo más.

sábado, diciembre 12, 2009

la odisea de cadivi

El actual gobierno venezolano me parece que le gusta desafiar, en exceso, economicante a su pueblo. Si sometiera a votacion como venezolanos mas angustiar cuando vamos a hacer unos tramites de banco, estoy segura que ganaria las carpetas de los codiciados dolares de Cadivi.

Hace nada cerraron el Banco Canarias en el cual yo tenia mis ahorros y mi tarjeta de credito de Cadivi. Ahora tendre que meter papeles en otro banco para sacar mi tarjeta de Credito y luego esperar 6 meses de uso para poder pedir mis cupos de Cadivi. No puedo culpar al Estado por esto, ahora me tuviese que meter con la falta de consideracion y de sentido de comunidad que se caracteriza los presidentes banqueros venezolanos ante situaciones de crisis (se robaron toda la plata).

Pero bueno a lo que voy, ya la lista de requisitos de Cadivi cada dia se pone mas quisquillosa e inexplicable (sobre todo para mis amigos extranjeros que tienen la dicha de no poder vivir aca) pero ademas esta disenada para hacerte sentir el poder de una casta burocratica que pareciera odiarte desde entrada, como si hubieras hecho algo gravisimo, un misterioso pecado original. Que es no te gusta tu pais?, parece decirte el Estado.

Es una normativa cada vez mas engorrosa que cambia con desesperante frecuencia, forzando a toda la nacion a seguir su paso de elefante enloquecido. Y a ti, a preguntarte si estas cometiendo algun crimen por querer viajar unos dias a otro pais. Crimen que comenzaste a expiar con la lucha para obtener un pasaporte y que, si logras tomar ese avion, te acompanara en la angustia que sentiras cada vez que entregues la tarjeta de credito para pagar una cuenta, sin saber si pasara o no.

El relato de la "odisea de Cadivi", con sus anecdotas de gente gritando fuera de si en el banco y de empleados abrumados por los insultos que reciben de ocho y media a tres y media, se ha instalado entre nosotros como el del conductor violente, el del trafico inviable o el la sociedad peligrosa. emas muchos mas importantes que este? Cuantos venezolanos en realidad necesitan esos dolares para viajar al exterior? Eso podria discutirse. Pero el asunto de los dolares etos afecta a toda la economia, a la de quienes viajamos con frecuencia por lo menos (sin hablar de las importaciones necesarias en un pais que solo se produce Petroleo).

Cadivi te obliga a callarte y aguantar porque tienes un bozal de arepa; esos dolares estan subvencionados. Un bozal de arepa obligatorio, porque de los otros dolares no se puede ni hablar. Te impregna de burocratismo, intenta hacer de ti un funcionario necio y un poco sadico. Te inocula la logica del tu sabes como es todo, del ayudame con algo, de la suspension de la transparencia y la razon a favor de lo imprevisible y lo caprichoso, ese pantano innavegable en el que no tienes mas que renunciar o acceder a la sonrisita, el chocolatico, el mi amor, la resignacion. O te la calas y te adaptas, o no viajas.

Es la "organizacion" del Estado. Cadivi nos dice que el poder de ese Estado nos alcanza en Caracas o en Estambul. Y nosotros, sin saber que mas hacer, nos adaptamos.

miércoles, noviembre 11, 2009

Oración a San Marcos de Leon

San Marco Bravo de Leon, bravo en el monte, vos que dominasteis la daga y el dragon, quiero que amanses el corazon de la Profesora Ana Teresa Fleitas y el Profesor Juan Carlos Vielma.

Ah San Marcos! Bravo en el monte, vos que amansasteis tigres, leones, serpientes y panteras por este gran poder que Dios te dio, pido que si por justicia, ellos quisieran hacer alguna traicion me los pongas mansos y humildes, asi como Santa Maria puso a la serpiente, por tu gran poder, por la verdadera magia que tienes.

Oh poderoso Santo, quiero que me los devuelvas manso y humilde hasta el ultimo dia de su gloria (o por lo menos hasta el 26 de noviembre).

Amen.

domingo, octubre 25, 2009

C'est suffix

It's been five years. And now it's the beginning of my future. The beginning of another chapter of my life.

El capitulo se cerro hoy, en ingles se le dice Closure. Y significa cerrar un ciclo, un capitulo, enterrar y olvidar (con la ventaja de conservar lo aprendido) y hoy me arme de valor y con el dolor en el corazon hice algo que debia haber hecho hace dos anyos. Lo hice. Y me siento bien, estoy tranquila y muy feliz. Fue algo muy bueno para todos. Siento haber recibido un buen karma. Hay que vivir el presente, el ahora. Ser feliz con lo que tengas a mano pero sin dejar de planificar, de sonyar, de organizar, se que queda un pelo de tela por cortar, pero cada vez menos.

Y ahora que? La vida sigue.

viernes, octubre 23, 2009

Tres en una moto

Voy bajando hoy al mediodia, justo a la hora en que terminan clases los colegios, y salen los chiquillos corriendo por ahi. Recorde cuando mi papa me buscaba, hace unos 8 años atras, y me enfurecia si me dejaba esperando mucho tiempo. Ahora corre el segundo mes del año escolar 2009-2010 y hoy el sol ametrallaba las carrocerías de los carros atrapados en una de las muchas colas que en ese momento se habían formado en la Av. Las Americas. Ésta en particular no era de las más graves, entre Los Samanes y La Trinidad. Había camiones de reparto obstaculizando la visión de los semáforos, conductores impacientes que corneteaban en vano y uno que otro motorizado que serpenteaba como podía entre los vehículos de cuatro ruedas e, incluso, de vez en cuando, se pasaba al canal contrario para superar la tranca.

Ella apareció despacio, casi centímetro a centímetro. Nunca le vi la cara, sino los brazos, el casco, los zapatos atentos sobre el asfalto, suspendidos como las puntas de la vara de un equilibrista. Iba sobre una moto roja y tenía, delante de ella, a un niño de unos cuatro años en uniforme escolar, con su morral delante del pecho y un casco negro cuya tira le apretaba el mentón. Y detrás, una niña algo más grande, con un bolso rosado de Barbie, pantalón de mono azul y una cola de cabello castaño oscuro cayendo sobre su franelita blanca.

Esa madre no practicaba la audaz agresividad de los demás motorizados. No tomaba ningún riesgo.

Prefería aguardar bajo el calorón a que la cola se moviera. Pude observarlos durante un largo rato, mientras la fila se diluía lentamente a medida que el semáforo de unos pocos metros más adelante liberaba a algunos carros hacia las otras vias. Ella no le pegó al retrovisor de nadie, no se comió la flecha, no hizo ninguna pirueta de las que hacen que un motorizado aparezca a la izquierda de uno por arte de magia (y que hace que se molesten tanto cuando el conductor, comprensiblemente, no logra adivinar que ellos surgirían por allí de un segundo a otro). Ella esperaba, con sus dos niños abrazándola, aguantando con ella la hostilidad del mediodía, seguramente cansados, sedientos, con hambre. No parecía una mujer particularmente aventurera, que haya recorrido en moto todas las playas desde Pui Pui a Los Cocos, sino una madre más que no encontró otra opción para buscar a sus chamos en esta ciudad, que comprarse una moto y tres cascos, y armarse de valor.

Otro motorizado que llegó junto a ellos pegado del canal contrario se detuvo delante de la madre y le pidió con señas que se detuviera, para hacerle fotos con el celular. No sé qué le dijo. Esperó un momento junto a la familia y luego siguió adelante, desapareciendo con rapidez. Ella, en cambio, siguió optando por lo seguro, sin mirar a los lados, pendiente del semáforo, de los costados, de los imponderables. Con todos los sentidos alerta pese a que estaba en una de las zonas más prósperas del país. Hasta que llegó la oportunidad de avanzar sin riesgos, ella ganó un par de cuadras más y luego cruzó a la izquierda para ascender por una cuesta, una delgada calle llena de curvas que los llevaría a casa.

Y yo me quedé pensando en esas madres que han buscado el modo de adaptarse a esta vida cotidiana nuestra que consiste en vencer obstáculos desde la mañana hasta la noche, de lunes a domingo, una vida de colas, de retrasos, de negativas, de minúsculas, interminables batallas. Me quedé pensando en esa mujer con sus dos muchachitos protegidos y pendientes, bajo el sol, calculando cada paso. Me pareció que eran un símbolo de lo que estamos viviendo. Un símbolo de (casi) todos nosotros.

lunes, octubre 05, 2009

La partida

De unos meses a esta parte, creo que no pasa un mes sin que sepa que alguna persona que conozco parte del país. Me he ido acostumbrando a escuchar la noticia, me he familiarizado con su gramática. "Me voy". O "nosotros nos vamos". Cuando oigo la frase, de pronto, en medio de una conversación, o la leo en un mensaje de Internet, no necesito preguntar qué es lo que me quieren decir, porque tiene un tono reconocible, una música particular, en la que no encuentro júbilo pero tampoco miedo. Encuentro resignación, rabia, frustración y, a veces, alivio. Pero es una noticia que se da desde una decisión firme.

Los destinos son bastante diversos. México, el DF o una ciudad secundaria. Barcelona, Madrid. Bogotá. Ciudad de Panamá. Algún lugar de Estados Unidos, que va desde Nueva York hasta Tucson o incluso El Paso. Londres. El mecanismo por el que se produce el exilio varía entre el postgrado o la oferta de trabajo, que incluso en recesión global algunos consiguen.

Mucho menos variados son los motivos: "Nos cansamos de la inseguridad", "nos cansamos del gobierno", "esto no tiene remedio". Y aún menos varía la clase de gente que se va: estudiantes aventajados o profesionales de entre 23 y 40 años, sobre todo, al menos en mi experiencia; gente muy bien capacitada, muy trabajadora, muy responsable. Gente que sabe que hay que detenerse ante un semáforo en rojo y que hay que usar el cinturón de seguridad. Que no roba y que cree en el progreso, al menos en el progreso individual y familiar. Justamente por esto último es que decide irse, porque cree que en Venezuela no es posible conseguirlo.

La revista Newsweek, que leen millones de personas en todo el mundo, publicó un reportaje sobre el tema, que tuvo en su tapa. Aquí, me parece, se habla muy poco de eso, aunque lo veo cada vez con más frecuencia en artículos de opinión y en una que otra nota que produce algún medio. Es un tema más privado que público, que no es masivo como en países como Ecuador o Colombia, pero que está alcanzando niveles alarmantes, porque Venezuela está perdiendo a parte de su mejor gente.

Me parece que hay que dejarse de consignas patrióticas que no ayudan a nada y que hay que mirar el asunto a la cara, enfrentarlo. Reconocer que aunque allá afuera hay un mundo muy distinto a éste y que en muchos casos puede ser bastante hostil, también hay posibilidades que en este momento son nulas o muy reducidas en nuestro país, muchas de las cuales no son nada espectaculares sino simples, modestos indicadores de calidad de vida que alguna vez nosotros también tuvimos (aunque nunca los tuvimos todos).

He visto encuestas recientes en las que la mitad de los consultados dicen que la situación nacional está bien. Yo no entiendo cómo pueden llegar a semejante conclusión. Frente a ellos, estamos millones de venezolanos que no estamos nada conformes. Y que ante nuestra inconformidad y nuestra tenaz incapacidad para satisfacerla, año tras año, nos estamos haciendo preguntas que antes no nos habíamos hecho. Creo que hay que hablar de esas preguntas. Creo que no hay que avergonzarse de eso. Creo también que quien decide quedarse y luchar tiene todo el derecho de hacerlo y nadie puede criticarlo por eso. Pero en todo caso, reconozcamos que muchos están por anunciar, también ellos, su partida.

domingo, agosto 09, 2009

El reino de los mediocres

Pasa en todos los estratos socioeconomicos, en las grandes ciudades y en los pueblitos. En el sector público y la empresa privada. Pasa en los palacios de gobierno, en las universidades, en las ONG, en las iglesias, los restaurantes, las líneas de taxi. Pasa en las aulas de clase, desde primer grado hasta los estudios de postgrado. Pasa en el hogar.

Pasa en Venezuela en todos lados. Y pasa también en el exterior (sólo que hay países que no se entregan a su peor gente). Es una enorme conspiración de los mediocres que se extiende por doquier para ahogar a la inteligencia y al talento. Una política sistemática que se vuelve más sofisticada con los nuevos tiempos y que aprovecha todo recurso a su alcance, aunque viene dándose, tal vez, desde 1498. No es exclusiva de estos tiempos terribles, aunque ahora vive unas condiciones ideales que se han explotado y promovido desde lo más alto.

A Venezuela no la están invadiendo ni los cubanos ni los gringos: se la están comiendo los mediocres. La están sofocando en un pantano de mentiras compulsivas, de operaciones morrocoy, de negocios turbios que involucran desde una resma de papel robada en la oficina o una vacuna disfrazada de limosna a cargo del "bien cuidao" de la acera, hasta la pérdida de la rendición de cuentas con las reservas internacionales. E insisto, no es un asunto sólo político, ni son los únicos los chavistas.

Los mediocres se han unido para invertir los significados de las palabras, borrar los linderos entre lo lícito y lo ilícito, despojar a la ambición individual de todo lo que no sea acumulación de signos de riqueza y frustrar la instalación de los mecanismos del sentido común: el respeto a las leyes consensuadas, la resolución de problemas por la vía del diálogo sincero y el progreso de quienes trabajan con seriedad y acumulan conocimiento productivo.

Los mediocres tienen una economía muy bien desarrollada, que reemplaza a la economía real y la maneja desde adentro, como un íncubo, un Mr Hyde. Usan la democracia para asfixiarla y deformarla. De hecho, ése debe ser el mayor defecto de la democracia: que la apertura que constituye su esencia permite el acceso de los ignorantes y los sinvergüenzas al poder. Los mediocres tienen una institucionalidad que les funciona, una estructura que pervive y que, paradójicamente, lleva su ingenio, su "talento": es el producto de una inteligencia colectiva dirigida al mal.

Fíjense cómo se les enseña a los niños a ser mediocres, en tantas escuelas y colegios: repite lo que te repite el profesor y pasarás; punto. Fíjense cómo prosperan los mediocres en los centros de trabajo con sólo halagar al jefe, como en la serie The Office. Así llegan a dominar una nación entera.

Y los demás, cuando no luchan, se aíslan o se van. Dejando a los mediocres sin resistencia, a sus anchas. Entonces, el reino de los mediocres celebra su victoria de cada día haciendo ruido para no pensar, cobrándote hasta por saludarte, rayando las circulares en los ascensores o quebrándote la paciencia en las taquillas burocráticas.

Pero tiene que haber un modo de derrotarlos. E incluso de vaciar sus filas, de reducirlas por lo menos. Tiene que haber un modo de que los mejores tengan más influencia sobre nuestro destino. Y de que el talento individual, el esfuerzo de los dignos, alcance el lugar que se merece.

domingo, junio 21, 2009

Irán con ojos venezolanos

Irán y Venezuela no podrían ser países más diferentes. Piadosos chiíes, rezos diarios y ley seca en uno; rumberos caribeños, salsa y mucho ron, en el otro. Las iraníes con trajes y velos que todo lo cubren; venezolanas con biquinis que todo lo descubren. Irán es república islámica y Venezuela, república bolivariana. El jefe supremo de Irán es un clérigo poco amigo de hablar en público. El de Venezuela no para de hacerlo y le anuncia por televisión a su mujer que se prepare, porque al llegar a la casa le "va a dar lo suyo". Mientras que la civilización persa es una de las más antiguas de la humanidad, la historia de Venezuela es, digamos, algo más breve. En fin, la lista de diferencias es larga: estos dos países no deberían tener nada en común.

Pero lo tienen. El parecido es tal, que la experiencia venezolana aporta interesantes claves para entender la crisis iraní.

Las imágenes de las marchas de la oposición en Teherán -multitudinarias, pacíficas, sin jerarquía clara y con la participación de gente de todas las edades y estratos sociales- son idénticas a las que solían ocurrir en Caracas antes que el Gobierno y la frustración las asfixiaran. Oír la desesperación en la voz de los jóvenes iraníes es oír las de los estudiantes venezolanos que llenaron el vacío político creado por una oposición largamente ineficaz. Y oír a Mahmud Ahmadineyad decir que quienes protestan su victoria son sólo un "polvillo irrelevante" es oír a Hugo Chávez llamando "escuálidos y vendepatrias" a los millones de venezolanos que no votan por él.

Ver los vídeos de los basiyís, las milicias islámicas, disparando a mansalva contra quienes marchan pacíficamente reclamando una elección limpia es volver a ver el vídeo donde las milicias chavistas -plena-mente identificadas- disparan contra opositores desarmados. Los motociclistas que recorren las calles de Teherán repartiendo bastonazos se parecen demasiado a los que aparecen cada vez que la oposición sale a las calles de Caracas. Enterarse de que el Tribunal Electoral iraní es un apéndice del Gobierno de Ahmadineyad es recordar que el jefe de ese mismo organismo en Venezuela, después de las elecciones, pasó a ser el vicepresidente del Gobierno cuya victoria había certificado días antes.

Tanto Hugo Chávez como Mahmud Ahmadineyad llegaron al poder gracias a su mensaje de lucha contra la corrupción y la desigualdad y por las esperanzas que generaron entre los más pobres. Sin embargo, en Irán y Venezuela la magnitud de la corrupción es hoy sólo superada por la impunidad con la que operan los corruptos del régimen. Los dos líderes han facilitado una fastuosa acumulación de riqueza en manos de una nueva élite. Y gracias al petróleo se pueden dar el lujo de ocultar que han devastado sus economías. Sus tasas de inflación están entre las más altas del mundo y las dádivas gubernamentales y el empleo público improductivo son la única esperanza de ingreso para millones de familias iraníes y venezolanas.

Pero los parecidos van más allá de la economía. Si Ahmadineyad apoya a Hezbolá, Chávez apoya a las FARC. Mientras Ahmadineyad intenta controlar Líbano, Chávez lo hace con Bolivia. Ambos sueñan con presidir una potencia regional. Ahmadineyad promete la desaparición del Estado de Israel y la caída del Gran Satán. En Venezuela, donde no se sabía qué era el antisemitismo, ahora se profanan sinagogas y Chávez se queja de que el estrado de Naciones Unidas donde le tocó hablar después de George Bush le huele a azufre satánico. El Gobierno venezolano es hoy más hostil hacia Israel que los de Egipto o Libia.

De todas las semejanzas, quizás la más sorprendente es la obsesión de ambos regímenes por parecer democráticos, plurales y progresistas. Esto no les es fácil, ya que en sus prácticas cotidianas son autoritarios, sectarios y militaristas; 14 de los 21 ministros de Ahmadineyad son miembros de la guardia revolucionaria o de las milicias basiyís. Los gobiernos locales, las empresas públicas y cientos de entes públicos son manejados por guardias revolucionarios compañeros de Ahmadineyad. Exactamente lo mismo pasa en Venezuela, donde la militarización del Estado es una característica fundamental y donde familiares, socios y camaradas de armas del presidente dominan todas las esferas del poder.

En ambos países, los violentos están en el Gobierno, no en la oposición. Tanto en Irán como en Venezuela, son las milicias gubernamentales quienes detentan el monopolio de la violencia como instrumento político. Pero lo esencial es entender que, en Irán y Venezuela, las elecciones no significan el posible cambio de un presidente por otro. Significan la posibilidad de sacar del poder a quienes han decidido perpetuarse en él. Y eso no es fácil. No lo ha sido en Venezuela; no lo será en Irán.

sábado, abril 18, 2009

Silvia Sophia se nos casa...

Mis amigas y yo nos enteramos que este maravilloso y abrumante acontecimiento ocurriría pronto, yo regresaba de mis vacaciones con mi abuela y ella regresaba de sus vacaciones en Cancún, y nos dijo con lagrimas en los ojos que su futuro esposito le había propuesto matrimonio con anillo incluido y fecha en mente, el pasado 21 de agosto del 2008. Y ella no ha tenido ni que pensárselo, ha aceptado sin mas.

Para cada una de nosotras su decisión nos hace pensar en muchas cosas, nos hace plantear muchas preguntas, que hasta ella misma se las plantea tales como: ¿no estará muy joven nuestra amiga para casarse?, ¿no debería de esperar un poco, quizás hasta que se gradué?, ¿no sera solo un impulso del momento por su situación idílica del amor?, ¿como sabe ella que con este chico es con quien quiere pasar el resto de su vida?, al analizar tal situación, para buscarle una explicación, llegamos por supuesto a la pregunta que todos nos hacemos pero que cada uno tiene una respuesta diferente y que puede ser relativa dependiendo de muchos factores: ¿que es el amor? así que para cuando se le encuentre racionalización al amor es cuando podremos entender y responder.

La situación está en que el está perdidamente enamorado de nuestra querida amiga y con su alto nivel de perseverancia, insistencia, su inmenso sentido de familia (origen vasco) y su gran sentido de humor, ha hecho que nuestra Silvia en menos de dieciocho meses haya decidido tomar ese gran paso en su vida, y aceptado el tremendo desafío que ambos están asumiendo. Solo pensar en esto me entran unas inmensas ganas de llorar por lo emocional que me pongo. Es tremenda la alegría que invade mi alma y se me pone hasta la piel de gallina solo pensar en el momento que ellos expresen sus convicciones en compartir el resto de sus vidas juntos. Y no es por nada, pero mi intuición dice que ellos duraran por siempre, que no se separaran, que serán tan felices como perdices, esta intuición viene acompañada por supuesto de todas las pistas que ellos nos brindan: verles la cara de tórtolos y sus ojos de enamorados, el respeto con el que se tratan, lo justito que se reprochan y la infinidad de besos que se dan.

Lástima que no podré tomar fotos, se extravió mi cámara en la despedida de soltera de mi amiga, pero seguro que cámaras sobraran y los buenos recuerdos los llevare siempre conmigo. Así que nos preparamos unas semanas para celebrar junto con sus familias y las amigas por la felicidad y prosperidad de ellos.

jueves, marzo 26, 2009

Echo de menos a mis hermanos


Es oficial y aunque me cueste admitirlo: extrano a mis hermanos. La casa se siente vacia, la comida siempre sobra, el silencio es sobreacogedor sin las peleas, sin mi hermano duchandose por 2 horas, sin mi hermana hablando por telefono. Me hacen mucha falta. Y todavia queda tela para que regresen. Que sera de mi! Soportando a los cursis de mis padres que ademas se llevan mejor que nunca ya que no tienen que discutir sobre la crianza de sus hijos. Y ahora todo lo que esta fuera de lugar es mi culpa (ya no le puedo echar la culpa al otro). Eso si no puedo evitar protestar en la consentidera tan abrumante la que me cargan. En menos de 6 meses, he engordado 6 kilos. Y ha sido muy facil: mi mama no se acostumbra a cocinar para dos, asi que entre mi padre y yo nos terminamos comiendo la racion de Manolito y la racion de Made, ademas que mi mami trata de destacarse en las comidas que ha querido cocinar toda su vida pero por monerias de mis hermanos no comiamos: ya no hay nadie quien ponga carotas por ningun tipo ni de vegetal ni de fruta, en esta casa se come de todo, y se deja limpiecito el plato.

Si es que esta llegando una recesion economica y que habra que apretarse los pantalones, estoy segura que en mi caso con la comida no tendra que ser asi por mucho tiempo, hasta que mi hermana regresa de la India por lo menos.

Regresa pronto hermanita, Duquesa y Condesa te echan mucho de menos.

jueves, febrero 05, 2009

Diez años

El reflejo de algunos venezolanos, no de todos­, es responder con desaliento a la pregunta de qué han significado para nosotros los últimos 10 años en Venezuela. Seguramente diran lo mismo unos cuantos habitantes más de este planeta. No hay que recordar cuántas cosas aterradores han sucedido desde 1999 para acá, o cuántas buenas expectativas se frustraron sobre el rumbo que tomaría Venezuela o el mundo.

Pero concentrarse en las pérdidas no arroja sino una cuenta muy parcial de la realidad. Hay que anotar también lo que hemos ganado. Del mismo modo en que puede ser peligroso negarse a ver los problemas y las fallas, me parece que es una decisión equivocada hacer un balance de una época o un momento que omita sus buenas noticias (que siempre, o casi siempre, las hay, aunque en principio pasen desapercibidas).

No podemos hablar de este periodo sin mencionar cómo se han multiplicado las oportunidades de comunicarse, con sus respectivas consecuencias culturales, económicas y hasta políticas, gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación. En 1999 ya estaban extendiéndose Internet y los celulares pero entonces no se habían incorporado a nuestras vidas como lo están ahora.

No veo cómo no podamos anotar como una ganancia para todos esos avances técnicos, así como los que nos ahorran viajes al banco y colas en el cine, o nos permiten en ciertas circunstancias trabajar desde casa o desde la playa.

Hay que considerar también el progreso técnico en la medicina y las posibilidades que ofrece la investigación en torno a las células madre; el enriquecimiento, pese al lado malo de la globalización, del menú cultural al que tenemos acceso en la televisión por suscripción o cualquier buena librería venezolana, mucho mejor surtida que en el pasado.

Sobre todo, creo que las sacudidas de los últimos 10 años nos han enseñado muchas cosas. A nivel global, nos han permitido darnos cuenta de la magnitud del problema ambiental y de que el cambio climático es real; nunca, como ahora, ha estado más extendida la sensibilidad en torno a la necesidad de mejorar nuestros patrones de consumo y de detener la destrucción de la biosfera, pese a que queda muchísimo por hacer y muchísima gente por convencer. Creo que, aunque persistan tantos conflictos, hay un poco más de consenso en torno al valor de la democracia como el menos malo de los sistemas de gobierno, y hasta me parece positivo el que se haya matizado la celebración casi universal del capitalismo que había en 1999, que haya hoy más personas argumentando con seriedad en cuanto a que deben moderarse sus excesos y corregirse sus muchos defectos.

En cuanto a Venezuela, estos años nos han enseñado mucho sobre nosotros mismos, nos han ayudado a despejar algunas de nuestras más antiguas mentiras colectivas. Sí, claro que seguimos cayéndonos mucho a cobas sobre lo que somos o lo que tenemos ­e incluso confundiendo ambas cosas, que lo que somos es lo que tenemos. Pero estoy seguro que unos cuantos de nosotros se han preocupado por aprender, por comprender y por reflexionar, que han progresado mucho espiritual e intelectualmente, y eso lo veremos cuando llegue la reconstrucción de nuestro país.