lunes, marzo 24, 2008

divina commedia

He estado pasando la semana santa con mi querido Carlos, que brinco el charco para visitarme desde Londres, casi dos semanitas, primero anduvo paseando por los Andes Venezolanos, visitando a mi familia y a mis amigas, comiendo pastelitos de guayaba, arepitas de mamá y pabellón. Y luego cuando ya tuve vacaciones nos fuimos para el espectacular Archipiélago de Los Roques, a pasar una semanita en el Gran Roque, una de las 50 islas y 292 cayos que representan las mayores bellezas escénicas que tiene Venezuela. El archipiélago esta situado al norte de Caracas a unos 176 Km. y conforma parte de uno de los arrecifes corales mejor conservados del mar Caribe. Para llegar hasta allá, sobrevolamos la variedad de azules que se observan desde el aire, un espectáculo inolvidable.

Los Roques es paraíso y punto, there's no discussion about it, y obvio que no soy la primera en pensarlo, pregúntenle a la biodiversidad del parque, a los roqueños y por supuesto a los italianos, que infestaron la isla. Pero muy majos todos, especialmente los de la posada La Movida, cuyo dueños son Mario y Lidia Rubino. El encargado es Noel, un paisa merideño que nos trato A1. El precio de la posada, 90 euros por persona, incluía las comidas y las llevadas a los cayos. El desayuno eran panquecas, omelettes, muffins, etc. La cava para el almuerzo estaba llena de cervecitas, wraps, sándwiches, ensaladas de frutas de mango, parchita, piña, etc. Luego al llegar de la playa siempre tenían preparadas unas meriendas riquísimas. Las cenas. Mamma mia, engorde 4 kilos en 7 días, y me enorgullece decir que fue el antipasto, mas el primo piatto, luego el secondo piatto con pescados frescos y langostas acompañadas de insalatas y contornos italianos divinos, y finalmente un dolci riquisimo. Más café, vino y copas. Y todas las notti rumbeaba con las panas italianas de las otras habitaciones (Giulia, Anna, Alessandra y Francesca). Que todo lo que había comido en la cena, lo bajaba riéndome de las tonterías que hacían para entretenernos. Fuimos al faro varias veces, disfrutamos de las puestas de sol con los pelícanos y las gaviotas. Caminábamos de noche por las calles dentro del Gran Roque que estaban conformadas por arena blanca, y donde los únicos carros que pasan por ahí son el de la basura y el del agua, que ni una sola vez los vimos. Nos tocaron noches preciosas de luna y estrellas. Estuvo todo muy lindo y la pasamos estupendo. Aquí les dejo algunas fotos de la semana.

Luego de una semana, tuvimos que despedirnos de ese Cieli del Paradiso para quedarnos una noche en Caracas, donde daba gusto pasear por ella porque estaba absolutamente vacía, todos los caraqueños se fueron a las costas y nos dejaron a una Caracas desierta. Aprovechamos un tour por la capital recomendado por la Lonely Planet, para que Carlos se diera cuenta de lo candela que es, aun estando vacía. Fuimos a pleno centro, hicimos la visita de los siete templos y vimos alguna que otra cosita. Comimos riquísimo en Mokambo y luego unos entrecôte de la mejor carne por las Mercedes. Al día siguiente tomamos aviones separados, el para Londres y yo para Mérida. Carlos se fue muy contento de Venezuela, sin que le hayan robado ni secuestrado, gracias al cuidado detallado que tuvimos en toda ocasión.