jueves, diciembre 29, 2011

2012: fin del mundo según los Mayas


Un cuento de Augusto Monterroso relata el triste final de un misionero español que intenta salvarse de la muerte diciéndole a sus captores mayas que, si lo sueltan, él hará que el sol se oculte por unos minutos. El misionero sabía que ese día habría un eclipse. Pero mucho más lo sabían los mayas que terminaron ejecutándolo mientras recitaban la lista de todos los eclipses parciales y totales de sol y de luna que habían ocurrido y que ocurrirían luego. 
Los mayas eran unos tipos muy avispados. No lo suficiente para evitar el colapso de su brillante civilización, pero sí como para calcular el tiempo y observar el cielo. Crearon un calendario en el que algunos han querido ver una profecía: que el 21 de diciembre de este año termina la cuenta del tiempo en este planeta y que el mundo se va a acabar. La Humanidad tiene una larga historia de anuncios fallidos del fin del mundo, pero en esta época de noticias “virales” e interconectividad global una profecía débil pero pintoresca como esa puede extenderse mucho y convertirse en una industria. El mundo no se va a acabar en diciembre próximo, pero en el camino se habrán ganado algunos dólares unos cuantos productores de películas y documentales, varios charlatanes del libro y los dueños de los hoteles y restaurantes cercanos a las magníficas ruinas mayas en Guatemala y México. 
No, 2012 no será nuestro último año. Pero tampoco será un año cualquiera, aunque la verdad es que no hemos tenido en Venezuela un “año cualquiera” en muchísimo tiempo, a menos que consideremos esto como un país normal o como una manera normal de vivir. Luego de ese tremendo 2011 que tuvimos y del que me estoy despidiendo, con tantas noticias inquietantes, todo indica que lo que nos viene es un año electoral con esteroides: dinero corriendo por la calle junto con violencia, con mentira, con locura y con uno que otro gesto de cierto heroísmo mientras la calidad de nuestra vida cotidiana sigue deteriorándose y nuestra salud mental colectiva, me temo, sigue retrocediendo. 
 Lamento no poder ofrecer un consuelo que sirva de algo; por muchos buenos deseos que pueda uno tener, las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fueran. Y la verdad es que Venezuela no está nada bien, principalmente por las pésimas decisiones que unos cuantos entre nosotros tienden a tomar como si estuvieran condenados a hacerlo. El país está como está porque las condiciones que tiene lo determinan así. A veces parece que no pasara nada y a veces, como aquella semana de los incidentes en los aeropuertos, es como si todo hubiera comenzado a derrumbarse. La realidad eclosiona, se revienta: cosas que han estado preparándose durante años finalmente se manifiestan, cosas buenas y malas. El cambio es discontinuo, se esconde, corre por debajo de las capas que podemos ver de una realidad que parece paralizada, como el agua de un río que sigue fluyendo bajo su corteza congelada. 
Y el cambio viene. Simplemente las cosas no pueden seguir como van. Yo no sé cuán profundo será, pero no veo cómo vaya a ser fácil y complaciente para todos. Creo que muchas fantasías que nos hemos hecho sobre el futuro demostrarán justamente que sólo eran eso, fantasías. Pero creo que 2012 será un año para recordar. De vértigos, de incertidumbre, de riesgo en todos los ámbitos: más vértigo, incertidumbre y riesgo incluso de lo que nos hemos acostumbrado a vivir. No tendremos un apocalipsis maya, pero sí un año histórico.

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